De la señalética y la "comunicación transparente"

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Si tenemos en cuenta que “la señalética es una técnica que permite optimizar la puesta en un sistema de codificación las señales y los signos destinados a orientar y facilitar a las personas respecto a su ubicación y a sus acciones en los distintos espacios y ambientes” comprenderemos inmediatamente que se trata, en otras palabras, de “algo” que gráficamente le dice a una persona ”X” que haga una cosa o note tal otra. Ahora bien, comencemos por el principio. El mensaje literal, es decir el escrito, nos cachetea con un mensaje directo de verdad absoluta, algo así como un axioma. CUIDADO nos dice un letrero, inmediatamente, como socios de un pacto tácito entre él y nosotros comenzamos a sospechar de todo lo que nos rodea. ¿Esto es así? No necesariamente.
Si estuviéramos de paseo por los valles de Bulgaria y de pronto sintiéramos la necesidad de enjugarnos las patas en un río probablemente hiciéramos caso omiso de cualquier letrero del orden de “Пазете се убийците подпочвен мутанти”, resultado de esta negligencia (o tal vez impericia) caeríamos víctimas de una banda de asesinos subacuáticos mutantes, ya que eso indica el letrero “Cuidado con los asesinos subacuáticos mutantes”. Simplemente desconocemos el código de la lengua búlgara y sus signos tipográficos que se nos aparecen como tan injustificadamente rebuscados.


Supongamos, siguiendo con el ejemplo, que el mensaje literal es acompañado por una síntesis formal de uno de estos personajes de los cuales se nos advierte. Nunca hemos visto tal cosa, ni escuchado acerca de su existencia, por tanto si viéramos la representación de aquello de lo que se nos advierte el mensaje no dejaría de ser perfectamente inefectivo, aunque sí dispararía un sin número de interpretaciones posibles.

Sin embargo hay códigos con los que tenemos una relación más feliz. Los entendemos, ellos nos entienden, todos somos semióticamente felices y formamos una hermosa pareja interpretámen – interpretante rodeados de nubes rosas y estrellitas de colores. ¡Mentira! Somos prisioneros inconscientes de los signos. Confiamos en ellos ciegamente, si lo dice un cartel hay que hacerlo o contradecirlo con cruda rebeldía, pero ignorarlo jamás. La pieza de señalética es el lenguaje divino de un ser etéreo que puntea y orienta nuestras acciones diariamente (algo así como la TV pero menos irremediable).

Lo cierto es que el mensáje está transmitido con un código que aceptamos sin filtro. No sabemos de dónde salió y no nos queda del todo claro cómo funciona, pero le creemos porque es sin duda consiso y directo, de eso estamos seguros, ¿no? Se trata, para decirlo redondamente, de un proceso censurador de la semiósis infinita, que nos patea los talones a través de los retorcidos pasillos de un lenguaje globalizado.

Le confiamos nada más ni nada menos que nuestra capacidad de comunicarnos con otros a un sistema cuyo funcionamiento desconocemos, pero que está presente continuamente. Lo hacemos inconscientemente la mayor parte del tiempo, y quizá es porque no tenemos muchas ganas de indagar en pormenores, “Ya es así, para qué me voy a esforzar en entender cómo funciona la comunicación?”

Hoy nos comunicamos con un lenguaje especialmente curioso. Una buena noticia, que antaño nos provocaba alegría hoy nos :-), una mala noticia ya no nos acongoja, ahora nos :.-(, ¿Qué le espera a la comunicación en los albores de la segunda década del siglo? boton.onPress = function(){goTO(SABER);} , es decir… vaya a saber. Creemos tener una leve idea.